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José, el carpintero de San José

Desde el principio de los tiempos la Divina Providencia había dispuesto el nacimiento de Jesús, el hijo Hijo de Dios vivo y redentor del mundo quien nacería según la carne en las entrañas purísimas de una Virgen, Maria. Igualmente había establecido que en la santa familia debería haber un padre protector y sustento de ella , responsable por su seguridad y manutención , y para ello había elegido a José, varón justo, descendiente lo mismo que Maria de la casa real de David.
La presencia de José fue esencial en la infancia, adolescencia y probablemente en los primeros años de la juventud de Cristo, épocas en las que se corrieron peligros y riesgos muy graves como aquel que motivó la huida a Egipto . Instalada la Santa Familia en Nazareth José laboró probablemente como carpintero para que con el fruto de su trabajo se hiciera posible su manutención y cuidado.
Es pues, José la figura ejemplar de un padre terrenal quien aceptó desde su matrimonio con María que su hijo adoptivo era fruto del Altísimo, lo amo intensamente a Él y a su esposa María, fue su protección y sustento y probablemente falleció antes de que Jesús iniciara su vida pública, y aunque ninguno de los evangelistas menciona el momento y circunstancias de su muerte, no cabe duda de que en ese momento gozo de la presencia y compañía de su santísima esposa Maria y de su hijo Jesús. Es pues Jose el modelo de una vida casta, entregada a Dios y fiel cumplidor de sus deberes familiares, y por ello es ejemplo y guía de todos los padres. La Iglesia lo reconoce en su santa dedicación y lo designa como su Patrono Universal.
El nacimiento de Cristo en un pesebre, calentado por un buey y un asno, había sido profetizado por Isaías y se cumplió al nacer pobre y marginado por los hombres de su tiempo, dependiente como varón judío del poder ocupante de Roma y su emperador Augusto Cesar y más próximamente del reyezuelo títere Herodes y su procónsul romano Poncio Pilatos; la Sagrada Familia debía entonces vivir bajo el cuidado amoroso de José, aquel a quien la Providencia había designado para ello. José lo comprendía así , aceptaba y colaboraba plenamente con el Plan Divino, La Sagrada Escritura es clara sobre esto y nos lo muestra silencioso no porque careciera de un poder especial , sino porque derivaba su sabiduría de escuchar y esperar a que se manifestara y actuara a través suyo la voluntad divina.
No era José ciertamente un anciano, como nos lo muestran algunas manifestaciones pictóricas, sino un varón joven y vigoroso, pleno de virtudes y deseos de que a través de él se cumpliera una parte muy importante del Plan Divino.

Jesús nació pobre y en un establo, sujeto al poder remoto, pero siempre presente de Augusto y Herodes, para enseñar a los hombres la lección de que ellos no podrían prever ni evitar los grandes eventos y dramas de la vida. Los seres humanos vivimos sujetos a la voluntad de la Providencia y al amoroso cuidado de aquellos a quienes la Providencia designa para ello.
José entendía eso y estuvo plenamente dispuesto para participar en el plan que Dios había establecido para él.

Estar siempre presente no es lo mismo que imponer o dominar. Cuando José actúa , lo hace como respuesta al diálogo interno que mantiene con Dios, a través del cual Él le manifiesta su Divina Voluntad. Cuando se representa a José manteniendo una linterna se quiere significar su fe en el poder de Dios para ordenar todas las cosas y dirigirlas a un fin divino. Todos los padres del mundo, están llamados a llevar esa linterna para iluminar el camino de la vida a quienes hemos sido puestos a su cuidado

Asimismo, hemos dicho que no hay ninguna razón para suponer que José fuera anciano o que careciera de los intereses e impulsos de la juventud. El no estuvo presente en la vida pública de Jesús : la expectativa de vida en el siglo primero significaba que si José no tenía veinte años cuando Maria dio a luz a Jesús, él hubiera posiblemente fallecido antes de cumplir los treinta.

José probablemente no vivía con Maria cuando descubrió que ella estaba embarazada; las parejas judías a menudo se casaban muy jóvenes y no convivían hasta varios años después, por ello nos dice el Evangelio que “él deseaba repudiarla en privado” pues una mujer embarazada que aún no había convivido con su esposo corría el peligro de ser lapidada como adúltera. El ángel en su mensaje no pretendió que José perdonara a Maria o comenzara a amarla de nuevo; por el contrario lo confirmó en su plena convicción de su santo amor hacia ella.

En el próximo día del padre es muy importante que reconozcamos en José, no solamente un mero instrumento que cumplía las funciones de padre, sino como el hombre cuyo cuidado permitió que Jesús madurara hasta su trascendencia salvífica , un proceso que se inició en la noche de Navidad y se completó plenamente en el Calvario, llevando en Él el sello del amor de José, su fortaleza y fidelidad y el don de Sí Mismo hacia la humanidad.

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