
Gloria Briceño y Carlos Vallenilla deseaban profundamente ser papás. En 2014 eran una pareja joven que ya habían alcanzado el éxito profesional y estaban preparados para una nueva etapa en sus vidas cuando recibieron la noticia de que el sueño se haría realidad, la emoción embargó sus vidas. Vendría un bebé anhelado. La sorpresa llegó a las siete semanas de gestación cuando el médico les dijo que no sería un bebé sino tres. En ese momento los sentimientos afloraron: la emoción por las nuevas vidas que vendrían, la gratitud por convertirse en padres y el miedo, sentimiento válido frente a esta noticia.
Sin reservas Gloria cuenta: “Me sentí tan alegre y enamorada de mis tres bebés desde el instante en que me enteré”, afirma conmovida recordando el momento.
Aunque todo embarazo amerita cuidado, cuando se trata de uno múltiple estos podrían ser mayores. Los médicos le indicaron a Gloria que debía tener un seguimiento riguroso, estar atenta a los cambios de su cuerpo y le hicieron saber que era posible que sus niñas fueran prematuras, como efectivamente fue.
“Luego de los cinco meses me sugirieron tratar de tener descanso y calma para evitar cualquier estimulación por el espacio de las bebés dentro del vientre. Me explicaron que en este tipo de embarazos es posible que a las madres les dé diabetes gestacional, que ocurre cuando el cuerpo no puede producir suficiente insulina durante el embarazo. Así que me cuidé muchísimo y seguí las indicaciones de los médicos”, explica.
Gloria cuenta que lo más difícil de la maternidad múltiple es la incertidumbre de no saber si nacerán a término. “Mis hijas fueron ese grupito de prematuros extremos, no duraron ni las 28 semanas de gestación. Tuve que cuidarme mucho durante el embarazo y cuidarlas mucho cuando nacieron, pero afortunadamente tuvimos un equipo de médicos y enfermeras que nos ayudaron”.
Maravilla multiplicada
Gloria se emociona recordando todo lo que ha vivido en casi siete años. Es una mujer espiritual y asegura que Dios la escogió para asumir una maternidad múltiple. “Ser mamá de por sí es un regalo, pero tener tres al mismo tiempo, aunque se ve complicado, te genera una satisfacción inexplicable”, cuenta. Gloria y Carlos tenían miedo de cómo sería la nueva vida de los cinco, pero eso no los detuvo.
La dinámica para ambos se fue ajustando, con paciencia y orden han podido criar a Lucía, Isabella y Carlota. “Siento que Dios me ha dado la fuerza y la paciencia para poder tenerlas y llevarlas adelante, con el apoyo de mi esposo y juntos hemos aprendido mucho de ellas”.
Gloria recomienda a las futuras mamás de embarazo múltiple que se apoyen en un buen equipo de médicos y planificar el parto. Ella y su esposo son venezolanos y en su país no les garantizaban que en el momento del nacimiento tuviesen incubadoras para las tres niñas, por eso nacieron en Miami, donde tuvieron los cuidados que un bebé prematuro amerita. En lo que más hace énfasis es en que se disfruten al máximo cada etapa.“Disfrútenlo al máximo, vívanlo con calma, sean organizados, porque de por sí la vida cambia cuando tienes un bebé, imagínense la dinámica con tres”.
La forma en que llevaron los primeros años fue a través de un cronograma donde anotaban todo lo referente a las niñas: quién había tomado pecho, a quién le habían dado las medicinas. Llevaban un récord de todo. Eso les permitió tener mucho orden.
Carlota, Isabella y Lucía
Pudiesen pensar que cuando es un parto múltiple los bebés son totalmente idénticos, pero no siempre es el caso. La diferencia física de Carlota, Isabella y Lucía es impresionante. Y cada una tiene su propia personalidad y gustos.
“Con respecto a lo físico, cada una salió como a un lado de cada familia. En cuanto a personalidades son completamente distintas. Isabella es más espontánea, más abierta y más extrovertida, como yo. Lucia es más recatada, analítica, super tímida y tierna, preocupada por lo demás. Carlota es una rebelde, genuina, con personalidad, lucha por lo que piensa y es amante de los animales. Cada una es totalmente diferente”, comparte.
Maternidad y éxito
Gloria es una mujer que siempre se ha destacado académicamente. Desde joven ha estado involucrada en diferentes actividades extracurriculares y en lo profesional, logró ser contratada en una empresa transnacional poco tiempo después de graduarse. Ha logrado brillar en múltiples tareas y cumplir con todos los roles: hija, hermana, esposa, amiga, profesional, integrante de grupos religiosos y actividades filantrópicas. Cuando nacieron sus hijas buscó la forma de adaptarse a su nuevo ritmo de vida.
“Ser muy organizada fue clave cuando decidí volver a mi vida profesional, porque tuve que aprender a dividirme entre las niñas, la casa, mi esposo y dar lo mejor de mí en el trabajo. Todo eso requiere de un tiempo. También tengo apoyo de mi nana. Hice un itinerario de rutinas y luego lo revisaba para asegurarme de que nada se me escapaba. Pero también busco momentos para compartir con mi esposo y mis amigas”.
En su hogar son un equipo. Su esposo está conectado en todas las actividades de las niñas. “Él es un papá preocupado e involucrado y mi trabajo me da la libertad de llevarlas al flamenco, atender sus actividades académicas y disfrutar con ellas”:
Su anhelo es que sus hijas la vean como una profesional que trabaja y da lo mejor de sí como mujer y como madre. “Cuando eran pequeñas mi mundo giraba en torno a ellas, me di el tiempo de ser mamá al 100%”. Ahora que ya han crecido, puede disfrutar de su maternidad a la par de su carrera que va en ascenso.
“Ser mamá para mí siempre fue un anhelo y un sueño, pero tener trillizas es la bendición de Dios multiplicada”, concluye.